lunes, 15 de agosto de 2011

6 de noviembre de 2010/ Parte V


Sara se enjuagó la cara con agua fría en el lavabo del vestuario, después de que Lucas le asignara una tarea y quedaran en verse a las 11 había corrido hacia el vestuario y había pasado diez minutos llorando dentro de una de las duchas, le había venido bien porque no había otra forma de que descargara todo lo que sentía tras volver a ver a Lucas. Después de cuatro años le había costado mucho no abrazarlo y ponerse a llorar desconsoladamente. Su nuevo puesto presentaba más complicaciones de lo que hubiera podido imaginar. Hace cinco años Sarita hubiera flipado con la idea de hacer guardia de noche con Lucas en una furgoneta los dos solos, pero ahora lo veía como una tortura, como si se fuera a quedar sin aire en el momento que lo viera aparecer allí.

Salió del vestuario y le pidió a Peter un informe sobre el caso Sokolov, cuando este se lo entregó salió de comisaría y cogió un taxi que la llevó a casa. Una vez en el apartamento se dedicó a estudiar bien todo lo que había en el informe, fotos, esquemas, resúmenes de guardias, nombres, fechas, todo, absolutamente todo lo que pudiera resultarle útil. A las siete de la tarde sonó su teléfono móvil, se extrañó de que fuera su madre porque en España debía ser medianoche más o menos.

-Hola mamá- saludó al descolgar.

-Hola hija- la voz de Lola sonaba algo cansada pero contenta- ¿cómo estas? ¿qué tal el viaje?

-Bien mamá, estoy bien- mintió, no estaba bien en absoluto- el viaje ha sido corto y tranquilo.

-¿Y la chica esta, Lena, qué tal es?- preguntó preocupada por quien iba a vivir con su hija.

-Es muy simpática y el apartamento es precioso- contestó sinceramente, sabía que se llevaría muy bien con Lena.

-Me alegro- dijo Lola- ¿has ido ya a tu nueva comisaría? ¿has conocido a más compañeros?

La cara de Lucas pasó por la mente de Sara como un rayo, decidió que tenía que contarle a su madre la verdad, Lola se pondría muy contenta al saber que Lucas estaba bien.

-Sí, los he conocido- suspiró- mamá...

-¿Qué pasa Sara?- Lola notó el bajón en la voz de su hija e inmediatamente un nudo de preocupación se formó en su garganta.

-Es que...- Sara pensó la mejor forma de decirle algo que era tan inverosímil- mi nuevo jefe es...

-¿Qué pasa Sarita por Dios?- se impacientó la mujer- ¿te ha tratado mal tu jefe?

-Es Lucas mamá- soltó sin querer alargarlo más.

-¡¿Qué es quién?!- a Lola casi se le cae el teléfono de las manos al oír eso- ¿has dicho Lucas? ¿Lucas Fernández?

-Sí mamá- contestó hundiéndose lentamente en el sofá negro- Lucas es el inspector de policía de la comisaría en la que trabajo ahora.

-Pero...pero...-a Lola casi no llegaba sangre al cerebro- no puede ser, ¿Lucas en Nueva York?

-Así es- asintió- y no creas que a mí no me ha sorprendido, no sé como he salido de ese despacho entera.

-Pero Sara, ¿cómo está? ¿está bien?- preguntó su madre preocupada y contenta de saber de nuevo del que había sido como un hijo para ella.

-Sí, está bien- Sara recordó la imagen de Lucas- algo cambiado, pero bien.

-¿Sabía él que ibas a ir a trabajar a esa comisaría?

-No, se ha sorprendido tanto como yo- le contó- ni siquiera era capaz de hablar al principio.

-Me lo imagino- Lola sabía por Mariano lo que había sufrido Lucas después de que Sara se fuera sin permitir a nadie que le dijera a él donde estaba, solo entonces Paco había comprendido que Lucas amaba a Sara más de lo que cualquier hombre había amado jamás- supongo que ha sido muy duro para los dos.

-Mucho- Sara volvió a notar los ojos humedecidos y supo que tenía que colgar para que su madre no la escuchara llorar- mamá tengo que colgar, debo prepararme para ir a comisaría.

-Claro hija, ya hablaremos otro día, estoy pensando en ir en navidad- le contó- y más ahora que sé que Lucas está también ahí, dile por favor que me llame.

-Se lo diré- contestó Sara controlando las lágrimas- adiós mamá.

-Adió Sara, te quiero.

-Y yo.

Después de colgar el teléfono fue al baño para darse una ducha antes de ir a hacer la guardia. Decidió que la mejor forma de ir a la zona donde estaba el almacén era en metro, no podía permitirse coger un taxi a cada rato, así que se dirigió a la parada más cercana y tomó el metro que le llevaba a Queens. El metro de Nueva York era de todo menos aburrido para una mujer como ella a la que le encantaba observar e imaginar, vio a un chico tocando una guitarra al fondo del vagón y de repente recordó la canción que había escrito para Lucas hacia años, aún guardaba ese cuaderno entre sus cosas, con algunas otras canciones que había compuesto después de marcharse de España, como también la bola del mundo que el le había regalado una vez.


Flash Back

Sara entró en la barra de “los cachis” y dejó los libros sobre ella, se agachó buscando un trapo para limpiar las mesas y al levantarse tenía a Lucas en frente.

-Hola- saludó Lucas deseando que ella volviera a hablarle, no soportaba ver a Sarita tan distante con él.

-Hola- dijo Sara fríamente agachándose de nuevo.

-¿Estás estudiando...geografía?- preguntó él echándole un vistazo a los libros.

-Sí- contestó ella- mientras tú te dedicas a enrollarte con la psicóloga, yo me dedico a estudiar- puso todo el sarcasmo posible en sus palabras para dejarle claro que no había olvidado lo de Ruth, Lucas se sintió como un imbécil.

-Yo no me he enrollado con la psicóloga eh- mintió, Sara le miró con la ceja alzada dandole a entender que no colaba- bueno nos hemos dado un...par de besos- reconoció- pero eso es una tontería.

-Ya- dijo ella cabizbaja- sólo un par de besos- Lucas asintió- la misma tontería que conmigo ¿no?

-No- se apresuró a contestar Lucas recordando el sabor de sus labios, Sara dejó el trapo y se cruzó de brazos- no porque por ella no siento nada- Lucas se dispuso a irse después de haberlo confesado por fin y haber dejado a Sara perpleja.

-Lucas- lo llamó, él se volvió de nuevo hacia ella mirando de reojo la puerta de la cocina por si venía Lola, después se acercó de nuevo a la barra en la que ella se había apoyado- ¿sabes qué le regalaría yo a alguien de quién estuviese enamorada?- el escuchó atentamente- una bola del mundo.

-¿Una bola del mundo?- preguntó sorprendido, Sarita asintió.

-Para jugar con él a cerrar los ojos y hacerla girar, y señalar los sitios donde podríamos ir juntos- Lucas sonrió, Sara nunca dejaba de sorprenderle.

-Tú sí que sabes hacer regalos- dijo asintiendo.

-¿Sabes la cantidad de lugares dónde podríamos ser felices tu y yo?- le preguntó mirándole a los ojos- mira- Sara abrió el libro de geografía por la página donde estaba el mapa del mundo y señaló varias islas- aquí... y... aquí... y aquí.

-Ya- dijo Lucas intentando mantenerse cuerdo- pero nosotros estamos aquí- señaló Madrid- en San Antonio.

-Sólo se tardan doce horas en llegar al hemisferio sur- replicó ella con ojitos provocadores.

-Y en doce horas seguirías siendo menor de edad- le interrumpió Lucas.

-Dentro de un año cumplo los dieciocho- le recordó ella entonces.

-Dentro de un año, dos meses y seis días- concretó Lucas haciendo que Sara se quedara sin palabras, jamás hubiera pensado que Lucas llevara la cuenta de forma tan exacta, eso solo significaba que lo esperaba tanto como ella.

-Bueno- dijo bajando la mirada para no cometer la locura de besarle ahí en medio del bar- pero y cuando cumpla los dieciocho ¿qué? Seguiremos aquí en San Antonio y mi padre seguirá siendo mi padre y seguirá queriendo matarte si me pones una mano encima- Lucas negó con la cabeza.

-Eso no va a ser siempre así- dijo sin dejar de mirarla a sus ojos verdes.

-¿Me estás pidiendo que te espere?- preguntó Sara emocionada- pídemelo.

Lucas vio por el rabillo del ojo como Lola salía de la cocina, les estaba mirando y él se lo dio a entender a Sara con un movimiento de ojos y una pequeña sonrisa para luego alejarse de ella, que se había quedado con una sonrisa pintada en la cara.

Esa misma noche Sarita estaba barriendo un poco el suelo de los cachis tras la fiesta de cumpleaños de Mariano y mientras tanto, como siempre, pensaba en Lucas.

Lucas entró en el bar sigilosamente y al ver a Sara escondió el regalo que le había comprado tras la espalda, quería sorprenderla, cerró la puerta y se acercó lentamente.

-Cenicienta- la llamó bromeando, Sara se volvió sorprendida y contenta de verle- ya han dado las doce.

-Es que yo ni calabaza, ni carroza, ni hada madrina, ni nada- dijo ella sonriendo y apoyando la barbilla sobre el palo de la escoba, se quedaron unos segundos callados y Sara se dio cuenta de que escondía algo tras de sí- ¿qué es eso?

-¿El qué?- preguntó él haciéndose el tonto.

-Eso- señaló con la cabeza.

Lucas se acercó y sacó el regalo de detrás de la espalda.

-¿Esto? Esto es un regalo que tendrás que abrir dentro de un año, dos meses y cinco días- le contestó, ella soltó la escoba y le quitó el regalo de las manos para abrirlo.

Sara desenvolvió el papel de regalo y cogió la bola del mundo que había dentro, era preciosa, el regalo más hermoso que le habían hecho nunca, quizás porque significaba que Lucas estaba enamorado de ella y eso era lo que ella más deseaba. Se volvió hacia Lucas con la sonrisa que a él le alegraba la vida.

-Hasta dentro de un año, dos meses y cinco días- repitió ella- a ver si lo entiendo, esto es como una cartilla de ahorro y dentro de año y medio ¿te dan los intereses?

-Sí, algo así- asintió él divertido por sus palabras, Sara volvió a sonreír y puso la bola en la mesa.

-A mí es que lo de ahorrar nunca se me ha dado bien- Lucas rió- yo me lo fundiría todo en un segundo- confesó desando besarle más que nunca, Lucas entendió lo que quería decir porque él también se moría por volver a besarla- cierra los ojos- él la miró sin entender- ciérralos- él obedeció y los cerró- dame tu dedo- le tomó la mano y se acerco a la bola- a ver donde nos llevan mis ahorros.

Sara hizo girar la bola y con el dedo de Lucas la detuvo. Él abrió los ojos y miró donde había parado.

-Madagascar, África - dijo Sara riendo- me gusta.

-¿Te gusta?

-Sí- contestó- pero no se si podríamos, ¿sabes que me ha dicho mi madre?- él negó con la cabeza y ella se puso seria- que la pistola no registrada de mi padre la guarda ella en la mesilla de noche.

-Ya- asintió el agachando la mirada- ¿la star automática no?- Sara no pudo controlar la risa ante la cara de susto de Lucas- ¿de qué te ríes?

-Que es broma- dijo aun riendo.

-La madre que te parió- murmuró Lucas mirando arriba, ella siguió riendo.

-Que no, que me ha dicho que ella entiende que tú y yo...-se calló- bueno que ella ya no va a ser un problema- le explicó recordando la conversación con su madre.

-¿En serio?- preguntó Lucas sorprendido, Sarita asintió.

Entonces se volvieron a mirar a los ojos y Sara ya no tuvo más ganas de contenerse, quería besar a Lucas, estaba feliz y quería besarle, así que se acercó lentamente, cerró los ojos y puso sus labios con suavidad en los de Lucas.

Lucas quería besarla, por supuesto, pero no podía dejar de ver la cara de Paco, así que puso sus manos en la cara de Sara y la separó lentamente, vio como ella bajaba la mirada algo triste.

-Todavía está tu padre- le recordó, pero al ver la tristeza en los ojos de Sara recapacitó- pero bueno un...digo yo que un beso así en la comisura tampoco es una cosa...¿no?

-Es como pedir un adelanto- contestó ella recuperando la sonrisa.

-Claro- asintió él.

-En caso de urgencia se puede pedir un adelanto- Lucas sonrió.

Sara volvió a acercarse hasta juntar sus labios de nuevo, esa vez Lucas le correspondió y cedió un poco, pero no mucho, el beso duro lo justo para calmar las ganas, pero Lucas volvió a separarla sintiéndose otra vez mal por Paco.

-Para- susurró tomando su cara- que te vas a fundir los ahorros de un año ¿eh?- Sara cerró los ojos sonriendo, a Lucas le dolía el pecho de tenerla tan cerca y no poder besarla como quisiera, controlarse con Sara era muy difícil, pero aún así le dio un beso en la frente aspirando el olor de su pelo y controlando el dolor que le provocaba tener que separarse de su niña.

Después se fue alejando lentamente hasta que se dio la vuelta y se dirigió a la puerta, mirándola una última vez y sintiendo que ya la echaba de menos.

Sara se quedó de pie junto a la bola del mundo, embriagada de amor por Lucas y feliz de que él hubiera aceptado por fin que también estaba enamorado de ella.

Fin del Flash Back

Sara bajó del metro en una calle cercana al almacén, la noche era fría y húmeda, fue caminando hasta un gran furgón negro en el que sabía que estaría Lena con el otro agente. Llamó dos veces a la puerta de metal y poco después esta se abrió dejándola ver a un chico de 18 años más o menos, pelirrojo y con pecas. A la mente de Sara vino la imagen de Kike, uno de los agentes de la comisaría de San Antonio.

2 comentarios:

  1. Ay por favor... Sigue lo... No me tortures más! Me tienes engachada! :))))))

    ResponderEliminar
  2. Excelente, para cuando el siguiente capítulo?

    ResponderEliminar

Si lees, házmelo saber y me harás feliz