sábado, 13 de agosto de 2011

6 de Noviembre de 2010/ Parte IV


Lucas sintió como cuatro años se le caían encima de un plomazo, cuatro años sin saber nada de ella, cuatro años sin verla, ni oírla, sin saber si estaba viva o muerta, si se la había tragado la tierra o la habían abducido unos putos extraterrestres, nada. No había sabido absolutamente nada de Sara en cuatro años. Y ahora estaba allí, frente a él, con el pelo algo más corto, pero con los mismos ojos verdes que le hicieron arriesgar su vida y todo lo que tenía más de una vez.Y era policía. Los músculos de su cuerpo no le respondían y tenía ganas de volver a la sala de tiros y destrozar las putas siluetas de cartón a balazos, pero ni siquiera podía hablar.

A Sara le ocurría algo muy parecido, se sentía como si acabaran de golpearla en el centro del estómago y sólo quería doblarse del dolor. No podía creer que el destino le hubiera llevado a él, a la persona de la que había huido cuatro años atrás, se sentía como en una pesadilla y tenía ganas de llorar. Si alguna vez durante esos cuatro años había pensado que podría volver a ver a Lucas y actuar de forma más o menos normal, ahora sabía que se había equivocado. En su interior se había desatado una lucha, en un bando las ganas tremendas de ponerse a gritar y decirle lo destrozada que la había dejado al no presentarse en Madagascar aquel día y en el otro las ganas de abrazarle y llorar por saber que estaba bien, que no había muerto en alguna misión haciendo una de las suyas, como tanto había temido durante esos años. Lucas estaba cambiado, cuatro años no habían pasado en balde y aunque seguía siendo demasiado atractivo para su propio bien, había algunas canas en su barba de tres días y pequeñas y finas arrugas al rededor de sus ojos oscuros, ahora llevaba un pantalón de traje y una camisa blanca e impoluta, el pelo era más corto de lo que solía llevarlo y estaba peinado hacia un lado, nada que ver con el Lucas de tejanos, camiseta y sudadera que había sido.

-Lena, vete a buscar la placa y la pistola de la subinspectora Miranda- ordenó Lucas sin despegar los ojos de la estática Sara- no he prestado mucha atención a las nuevas incorporaciones con lo del caso Sokolov.

-Vale, en cuanto la encuentre vuelvo- aceptó Lena saliendo del despacho, una vez fuera volvió la vista hacia la puerta cerrada, no sabía si había sido su imaginación, pero ahí dentro había pasado algo muy raro.

Dentro del despacho Sara permanecía quieta, controlando las ganas cada vez más apremiantes de llorar, y Lucas, cuando al fin pudo moverse, dio media vuelta y entró en la sala de tiro para soltar los cascos y las gafas de protección. Guardó su pistola en el cinturón y volvió al despacho.

-Siéntate- pidió hablando por primera vez en mucho tiempo en español.

Sara se odio a sí misma por haber deseado tanto oír hablar español, la voz de Lucas lo hacía mucho más intenso. Vio a Lucas sentarse en la silla negra tras el escritorio y llevarse las manos a la cabeza, entonces se sentó en una de las sillas frente a él. Pasaron minutos que parecieron horas en los que ninguno dijo nada. Se esforzaban por mantenerse la mirada aunque a ambos les costara la vida no derramar una lágrima.

-¿Dónde has estado?- preguntó por fin Lucas desesperado por el silencio.

-Olvidándote- contestó Sara con una voz fría y controlada.

-¿Dónde?- preguntó de nuevo intentando no romperse ante la frialdad de ella.

-En Chicago, entré en la academia de policía y después he estado trabajando en una comisaría allí 3 años- le contó sin cambiar el tono de voz.

-¿Sabías que yo estaba aquí?- Lucas intentaba adoptar su misma actitud, pero su voz no lograba ser fría, era imposible cuando había sufrido tanto.

-Si lo hubiera sabido, jamás hubiera aceptado el puesto- contestó rotundamente aun sabiendo que mentía, si hubiera sabido que Lucas estaba en Nueva York trabajando en una comisaría como inspector, probablemente habría terminado aceptando el puesto de igual forma por muy insano que pudiera ser.

-Estás a tiempo- dijo entonces de forma desafiante a la vez que se inclinaba y ponía los codos sobre la mesa.

A Sara le molestó eso más que cualquier otra cosa que pudiera haber hecho, ella había luchado muy duro por venir a Nueva York, desde que decidió mudarse a Estados Unidos su meta había sido vivir y ejercer en esa ciudad, y lo había logrado con esfuerzo y dedicación, no renunciaría a ese puesto por nada.

-Ni lo sueñes- sentenció inclinándose también hacia delante en respuesta al desafío en la mirada de Lucas- yo no soy de las que deja tirados a quienes han confiado en mí.

Lucas cogió al vuelo el significado de sus palabras, hablaba de Madagascar. Podría explicárselo todo, decirle que le habían detenido en el aeropuerto por pelearse con Mariano y que tras eso había estado tres meses infiltrado en la cárcel para evitar que mataran a Carlota, pero ¿serviría de algo? Probablemente, no.

-Pues entonces- dijo volviendo a echarse para atrás en la silla- vamos a tener que fingir que no nos conocemos.

-Será fácil- contestó ella haciendo un gesto indiferente- porque realmente deje de saber quién eres hace cuatro años.

Lucas se quedó mirándola y de repente recordó el video que una Sara de solo quince años había grabado para decirle que estaba enamorada de él. “Porque no hay nadie en este mundo que te quiera tanto como yo” decía, a él le había costado discusiones con Mariano, peleas con Paco, remordimientos de conciencia y algún que otro sobresalto darse cuenta de que Sarita para él era mucho más que la hija de su mejor amigo y sobrina de su ex-mujer, que era su mundo, lo que más había querido y necesitado en su puta vida. Y ahora ella le odiaba hasta el punto de asegurar no conocerle, y a pesar de eso, iban a trabajar juntos.

El sonido de dos golpes en la puerta sacó a Lucas de sus pensamientos.

-Pase- autorizó sabiendo que sería Lena.

-Lucas, aquí están la pistola y la placa de Sara- Lena puso ambas cosas sobre el escritorio y miró a su nueva compañera de piso y jefa directa, parecía afectada por algo, estaba más seria y fría de lo que la había visto desde que la había conocido.

-Vale, puedes irte- le dijo mirándola por primera vez desde que entró en el despacho- ya hablaremos sobre tu retraso de hoy, dile a Ron que te acompañe en la guardia.

-De acuerdo- aceptó- te veo luego Sara.

-Sí, hasta luego- Sara se esforzó en sonreír para disimular y Lena salió del despacho con la misma sensación de antes.

-Sara- la llamó al ver que había retirado la mirada, ella volvió a mirarle- ¿cómo están Paco y Lola? No he vuelto a hablar con ellos desde hace casi cuatro años.

Sara volvió a tener ganas de gritarle, porque la única vez que ella se había atrevido a preguntarle a su madre si sabía algo de Lucas, Lola había terminado llorando por no tener noticias de él desde que terminó una misión de la que casi nadie sabía nada.

-Se han divorciado- dijo serenando un poco el tono de voz, empezaban a fallarle las fuerzas para seguir siendo fría- hace dos años.

-Sara, si es una broma no tiene gracia- murmuró Lucas sin querer creer que Paco y Lola hubieran acabado con su matrimonio, todo parecía haberse vuelto del revés.

-No es ninguna broma inspector Fernández- aclaró evidentemente molesta con que la llamara por su nombre- mi madre se fue a vivir a Barcelona y ahora mi padre sale con otra mujer, Marina.

-Joder- fue lo único que Lucas pudo decir tras la noticia, para él era como enterarse de sopetón de que sus padres se habían divorciado- ¿tú lo llevas bien?

Sara abrió mucho los ojos ante lo que le parecía falsa preocupación.

-Dejalo ya Lucas- exclamó levantándose de la silla- basta de aparentar que te importa algo lo que me pase, te largaste hace cuatro años y no tienes derecho a preocuparte por mí ahora, así que limitate a asignarme un caso y llamarme subinspectora Miranda por favor.

-La que se largó fuiste tú- contestó en el mismo tono poniéndose también en pie- yo estaba en una puta cárcel así que no me pude largar a ningún lado.

Sara se sentó de golpe al escuchar las palabras de Lucas. En una cárcel. Había estado en una cárcel, pero ¿cómo había pasado de la zona de embarque del aeropuerto de Barajas a una cárcel? Y ¿por qué? Decidió que no le importaba, que había pasado demasiado tiempo y demasiado dolor y que no estaba dispuesta a escuchar nada que tuviera que ver con aquel día. Fuese como fuese, Lucas seguramente había antepuesto cualquier misión u otra cosa a ella, al futuro que podrían haber tenido juntos, alejados de todos los que no creían cuanto se necesitaban el uno al otro. Ahora era muy tarde para una explicación, así que volvió a ponerse en pie y miró directamente a los ojos de Lucas.

-Inspector Fernández, si me da mi placa, mi pistola y un caso, me pondré a trabajar de inmediato- Lucas entendió que Sara no pensaba escuchar nada de lo que había pasado hacía cuatro años y cogió la placa y la pistola y se las entregó.

-Tenemos un caso de tráfico de drogas- explicó sentándose e intentando adoptar una actitud profesional, Sara le imitó- Lena y Ron están haciendo guardia en el almacén en el que creemos que se realizan los intercambios, llevamos una semana esperando, pero creemos que va a haber un intercambio esta noche porque varias furgonetas han entrado esta mañana al almacén y parecían ir cargadas.

-¿Se sabe algo del supuesto narco?- preguntó entonces Sara mirando las fotos en las que Lucas le estaba señalando el almacén y las furgonetas que habían entrado esa mañana.

-Sí, es Nikolay Sokolov, es ruso y hace poco tiempo que actúa en Estados Unidos- le explicó intentando no distraerse con sus ojos-pero en Europa es uno de los narcotraficantes más importantes, la Interpol está muy empeñada en atraparlo.

-¿Y no hay otra vía para llegar a él que no sea ese almacén?- a Sara le pareció un poco arriesgado irrumpir en medio de un intercambio en un almacén en el que no se había entrado hasta entonces.

Lucas la miró fijamente, era inteligente y astuta, eso él lo sabía de sobra, pero no podía dejar de sorprenderse al ver a Sara en su rol de policía, jamás lo hubiera pensado.

-Puede que sí- contestó volviendo a centrarse en el caso- al parecer es dueño de dos locales de streptease en Queens que seguramente sean su forma de blanquear el dinero, pero no sabemos si también lo utiliza para los intercambios, hemos hecho guardia dos noches en esos sitios y no ha habido movimientos extraños, Sokolov entra todas las noches en uno y sale con un par de chicas, pero nada más.

-¿Y su casa?- preguntó Sara sin rendirse.

-Su casa es una fortaleza a las afueras, tiene mucha vigilancia y está rodeada de muros de más de dos metros, no se puede entrar de ninguna forma- explicó Lucas.

-¿Y qué es entonces lo que debo hacer?- Sara sabía bien que Lucas era su superior a partir de ese momento, así que tendría que hacer lo que él ordenara, por mucho que eso la molestara.

-Harás guardia esta noche, después del turno de Ron y Lena- Lucas sabía que lo que iba a decir después a Sara no le iba a gustar, pero se tendría que ir acostumbrando- debes estar en el furgón que hay frente al almacén a las 9 de la noche, Ron y Lena terminan su turno a las 11 así que tendrán tiempo de enseñarte el funcionamiento del equipo, a las once iré yo a acompañarte en la guardia.

-¿Tú?- preguntó Sara sobresaltada, Lucas por un momento tuvo ganas de reír ante el susto de ella, pero se controló.

-Sí, yo- respondió- ¿algún problema en pasar la noche conmigo subinspectora Miranda?

Sara se sorprendió de lo sexy que sonaba aquello en la voz de Lucas y alzó una ceja desafiante para luego entrecerrar los ojos con rabia.

-Para nada- contestó apretando los dientes- inspector Fernández, le veo a las 11.

-Hasta entonces- Lucas se levantó y la siguió con la mirada hasta que desapareció tras la puerta.

Veinte segundos después estaba de nuevo en la sala de tiros, con los cascos y las gafas puestas y disparando sin contemplaciones a las dianas. Iba a necesitar muchas horas ahí para descargar la tensión que había acumulado desde que vio a Sara aparecer en su despacho. Era increíble, pero Sara, su Sara, había estado allí, más guapa y sexy de lo que él la recordaba y aunque no se lo diría a ella, ahora sabía cuanto la había echado de menos. Y sabía también que por muchos años que pasaran, ella seguiría siendo su gran debilidad. Notó como una lágrima caía por su mejilla mientras disparaba la última bala.

1 comentario:

  1. Por diós!!! Te quedó de lujo!!! Por favor sigue así! Tienes talento!!!

    ResponderEliminar

Si lees, házmelo saber y me harás feliz