jueves, 25 de agosto de 2011

6 de Noviembre de 2010/ Parte Final.


Sara!- habló al micrófono- sal de ahí.

-En eso estoy- informó Sara saliendo de las estanterías- ¿recibís las imágenes?

-Sara sal de ahí ya, joder- repitió Lucas en español, Lena y Ron se miraron sin entender una palabra.

Sara rodó los ojos ante la actitud de Lucas, definitivamente le había herido el orgullo al tomar la decisión de entrar sin consultarle. Escuchó la puerta del almacen abrirse y corrió a esconderse tras una estantería llena de maletines negros. Abrió uno de ellos muy lentamente y se quedó petrificada al ver que eran pistolas.

-Lucas- lo llamó por el micro al mismo tiempo que miraba a través de los maletines como Sokolov y el que parecía ser su comprador hablaban- esta gente no solo trafica con drogas.

-¿Qué quieres decir?- le preguntó en inglés mientras él también veía a Sokolov a través de la cámara, pero no la veía a ella.

-Que aquí hay armas- dijo Sara- y Lucas.

-¿Qué?- Lucas comenzaba a impacientarse, quería verla salir de ese puto almacen ya.

-Voy a intervenir- fue lo último que dijo antes de desconectar el micrófono.

Lucas tardó apenas unos segundos en colocarse el chaleco antibalas y bajar del furgón de un salto.

-Lena ven conmigo- ordenó- y Ron llama a comisaría y pide refuerzos.

Después sin volver a mirar atrás echó correr hacia el almacén como si su vida dependiera de ello, escuchó los pasos de Lena tras de él. Al llegar a la puerta del edificio sacó la pistola y miró a Lena, asintió y ambos entraron al almacén.

-¡Policía, arriba las manos!- gritó Lucas viendo como Sara tenía a Sokolov a punta de pistola con las manos en la cabeza, al menos así había conseguido que ninguno de los dos gorilas que la apuntaban con sus pistolas le dispararan.

Lena se encargó de esposar a los guardaespaldas después de hacerles tirar las armas y Lucas redujo al socio de Sokolov mientras Sara esposaba al narco. Cuando salieron del almacén ya habían llegado los refuerzos, así que metieron a los detenidos en los coches patrullas.

-¿Qué ha pasado aquí Fernández?- preguntó Cristine llegando al lugar en su coche, probablemente estaría aún en comisaría cuando llegó el aviso de Ron.

-Que hemos detenido a Sokolov- se limitó a contestar antes de dirigirse a Sara, que estaba hablando con varios agentes.

-Las armas están en maletines- le escuchó decir al llegar- creo que son sólo pistolas, pero no estoy segura.

-Entrad y confiscarlo todo- intervino Lucas rápidamente, los agentes asintieron y se dirigieron al almacén, Lucas miró a Sara con la mandíbula apretada, quería gritarle por haber entrado al almacén sin su permiso y después haber intervenido sola- ¿estás bien?- fue lo que le preguntó finalmente.

Sara asintió mirándole fijamente, creía que Lucas iba a ponerse a gritar y a soltar palabrotas como hacía en San Antonio cuando las cosas no salían como él había planeado, pero en vez de eso Lucas permaneció impasible a solo un metro de distancia con los ojos fijos en ella.

-Te quiero ver mañana a primera hora en mi despacho- le informó- si crees que vas a hacer lo que te dé la gana estás equivocada.

Dicho eso se dio la vuelta y fue ha hablar con Cristine. Sara se quedó mirándole hasta que Lena apareció a su lado.

-¿Estás bien Sara?- preguntó guardando su pistola.

-Sí, perfectamente- contestó sonriendo- ¿nos vamos?

-Claro- Lena frunció el ceño ante la mirada tan extraña que había en los ojos de la chica- tengo el coche aquí cerca.

martes, 23 de agosto de 2011

6 de Noviembre de 2010/ Parte VI


Hola- saludó.

-Tú debes ser la subinspectora Miranda ¿no?- preguntó el chico, Sara asintió sonriendo- yo soy el agente Ron Humprey, a tus ordenes.

-Encantada Ron- dijo alargando la mano, el chico la ayudo a subir al furgón- pero puedes llamarme Sara.

-Vale- el chico se encogió de hombros y se sentó de nuevo junto a Lena.

-Hola Sara- dijo la chica sin dejar de mirar los monitores que retransmitían en directo lo que pasaba en la puerta del almacén.

-Hola Lena- contestó tomando asiento junto a ella, soltó la pistola en un lado y observó los monitores- bonito equipo.

-Lo ha financiado la Interpol para casos como este- le informó Ron.

-¿Qué tal la tarde? ¿algo sospechoso?

-Nada- Lena se echó hacia atrás en la silla y bostezó- estoy muerta y aquí no aparece nadie.

-¿Hay cámaras dentro del almacén?- preguntó de pronto.

-¿Dentro?- preguntó Ron sorprendido- no, claro que no.

-¿Por qué?- volvió a preguntar.

-¿Cómo que por qué?- intervino Lena- porque no se puede entrar ahí.

-Sí que se puede- corrigió Sara.

-¿Tienes la llave o qué?- Lena estaba contrariada con las preguntas de Sara, era obvio que no se podía entrar, la puerta permanecía cerrada a no ser que entrara alguna furgoneta.

-No, pero se puede entrar por el ventanal- dijo señalando hacia la parte alta del almacén donde había un gran ventanal, la escalera de incendios permitía llegar hasta él con relativa facilidad.

Lena y Ron siguieron la dirección del dedo de la subinspectora y luego se miraron entre ellos.

-¿Y luego qué?- preguntó Lena- ¿Saltamos hacia dentro del almacén desde esa altura?

Sara estudió las posibilidades por unos segundos, era experta en buscar alternativas y sobre todo si eran arriesgadas, eso era lo que le gustaba de su trabajo.

-Sería cuestión de encontrar una buena cuerda- explicó- uno de nosotros se quedaría fuera y la amarraría a la escalera y otro bajaría usándola.

Lena meditó las palabras de Sara, era un buen plan, sin duda, pero era arriesgado, el que entrara se arriesgaba a que le pillaran dentro del almacen porque en realidad nadie sabía si dentro había alguien en esos momentos.

-Es muy arriesgado Sara- concluyó Lena- podrían pillarnos dentro del almacén.

-Entraré yo- dijo Sara viendo claro su plan- es necesario saber qué hay dentro de ese almacén y poner una cámara para tener pruebas del posible intercambio.

-Subinspectora, con todo el respeto- intervino Ron- creo que para eso necesitaríamos el consentimiento del inspector Fernández.

Sara lo pensó unos segundos, probablemente sería lo más sensato pedirle permiso a Lucas sobre eso, pero tenía la sospecha de que él no permitiría que ella entrara, así que tomó una decisión.

-No hay tiempo, debemos actuar antes de que llegue Sokolov- explicó a los dos agentes perplejos- estoy segura de que el inspector Fernández estará de acuerdo en que esto es necesario.

Ron y Lena volvieron a mirarse y se encogieron de hombros, al fin y al cabo, Sara era su superior, el plan era muy bueno y no había tiempo que perder.

-De acuerdo- dijo Lena al fin- creo que en la parte delantera del furgón hay una cuerda de unos diez metros, yo iré contigo para asegurar la cuerda y esperaré a que salgas.

-No- corrigió Sara antes de pasar a la parte delantera para coger la cuerda- aseguraras la cuerda y volverás aquí con Ron, llevaré un micrófonos para comunicarme con vosotros.

-Subinspectora- volvió a intervenir el pelirrojo- sólo veo un problema.

-¿Cuál?- Sara volvió a la parte trasera con la cuerda en la mano.

-¿Cómo va a salir luego del almacén?- Lena miró a Sara expectante, no se le había pasado por la cabeza ese detalle pero esperaba que a ella sí.

-Usare la misma cuerda- contestó- en Chicago me entrenaron para escalar paredes con una parecida a esta.

-Vaya- murmuró Lena asombrada.

Sara preparó todo a conciencia con los dos agentes, buscaron la forma de colocar los micrófonos y encontraron una microcámara para instalarla dentro del almacén, repasaron el plan y finalmente Lena y ella salieron del furgón en dirección al edificio. El almacén estaba de esquina y la escalera de incendio quedaba oculta a cualquiera que se pusiera en la puerta principal, pero aún así Ron tenía ordenes de avisar si cualquier coche se acercaba a la entrada.

Sara subió las escaleras seguida de Lena, al llegar arriba hicieron varios nudos con la cuerda en la baranda y la lanzaron hacia dentro del almacén.

-Sara ten mucho cuidado- le advirtió Lena- no sabemos si ahí dentro hay alguien.

-Descuida- dijo con una sonrisa- vuelve con Ron en cuanto notes que afloja la cuerda, te mantendré informada.

-A tus ordenes- contestó la morena.

A Sara no le fue nada difícil llegar al suelo del almacén, estaba en forma porque salía a correr a menudo y había realizado esa práctica muchas veces en la academia. El almacén estaba a oscuras, la única iluminación era la luz de las farolas que se filtraban por los altos ventanales. Había un sinfín de estanterías y cajas por todas partes, no parecía haber nadie por allí, así que con la pistola en la mano y mucho cuidado se dirigió a las estanterías.

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Lucas había ido a su apartamento después acabar con las dianas de la sala de tiro, se había dado una ducha para relajarse y despejar la mente y después de cenar algo se dirigió al almacén, cuando aparcó el coche en una de las calles cercanas eran solo las diez de la noche, pero no estaba dispuesto a seguir dando vueltas por su piso como si estuviera enjaulado.

Llamó dos veces a la puerta del furgón y Lena le abrió la puerta. En cuanto vio la sorpresa en la cara de la agente supo que algo pasaba.

-Buenas noches- saludó subiendo al furgón, Ron tenía la misma cara de sorpresa así que frunció el ceño- ¿qué coño pasa? ¿dónde está la subinspectora Miranda?- Sara era de las que llegaba tarde al colegio, así que esperaba que no llevara una hora de retraso.

-En el almacén- contestó Lena que había tapado el micrófono por el que se estaba comunicando con Sara.

-¡¿Qué?!- exclamó Lucas con los ojos muy abiertos.

-Ha entrado para colocar una cámara- explicó Ron levemente encogido ante la rabia en los ojos de Lucas.

Lucas se quedó alucinado por unos segundos, Sara había entrado al almacén sin ni siquiera consultarle, sentía como la sangre le ardía por dentro. No quiso imaginarse como demonios había conseguido entrar en el edificio, era Sara y al fin y al cabo no había cambiado tanto. Seguía estando jodidamente loca. Miró la mano de Lena sobre uno de los micrófonos y supo que Sara llevaba otro.

-Aparta- le ordenó a Lena colocándose delante del aparato- ¡Sara!- exclamó.

Sara paró en seco al oír la voz de Lucas a través del micro, estaba a punto de terminar de instalar la cámara.

-¿Qué?- preguntó en inglés, sabiendo que los demás estarían escuchando.

-Estás como una puta cabra, Sara- contestó Lucas también en inglés, Lena frunció el ceño ante la familiaridad con la que se dirigía a la chica- sal de ahí ahora mismo.

-Estoy terminando de instalar la cámara- le informó siguiendo con la labor.

-¡Ni cámara ni leches!- le volvió a gritar- te quiero fuera en cinco minutos.

-No he entrado para nada- Sara sabía que Lucas podía abrirle un expediente por indisciplina, pero le dio igual- tardo dos minutos en terminar.

Lucas se llevó las manos a la cabeza, definitivamente Sara no había cambiado y su principal objetivo seguía siendo volverlo loco de remate.

-Inspector- le llamó Ron alarmado, Lucas le miró con la desesperación en la mirada- mire.

Lucas siguió la mirada del chico hasta ver en uno de los monitores como dos coche de alta gama llegaban a la puerta del almacén a la misma vez que la cámara que Sara había instalado comenzaba a transmitir imágenes. Lucas entró en pánico.

-Acerca la cámara Humprey- ordenó, este lo hizo inmediatamente y los tres vieron como de un coche bajaba Nikolay Sokolov acompañado de uno de sus hombres y de otro un desconocido enchaquetado con otro gorila, se dirigían a la puerta del almacén.

A Lucas se le aceleró el pulso, Sara estaba en peligro.

lunes, 15 de agosto de 2011

6 de noviembre de 2010/ Parte V


Sara se enjuagó la cara con agua fría en el lavabo del vestuario, después de que Lucas le asignara una tarea y quedaran en verse a las 11 había corrido hacia el vestuario y había pasado diez minutos llorando dentro de una de las duchas, le había venido bien porque no había otra forma de que descargara todo lo que sentía tras volver a ver a Lucas. Después de cuatro años le había costado mucho no abrazarlo y ponerse a llorar desconsoladamente. Su nuevo puesto presentaba más complicaciones de lo que hubiera podido imaginar. Hace cinco años Sarita hubiera flipado con la idea de hacer guardia de noche con Lucas en una furgoneta los dos solos, pero ahora lo veía como una tortura, como si se fuera a quedar sin aire en el momento que lo viera aparecer allí.

Salió del vestuario y le pidió a Peter un informe sobre el caso Sokolov, cuando este se lo entregó salió de comisaría y cogió un taxi que la llevó a casa. Una vez en el apartamento se dedicó a estudiar bien todo lo que había en el informe, fotos, esquemas, resúmenes de guardias, nombres, fechas, todo, absolutamente todo lo que pudiera resultarle útil. A las siete de la tarde sonó su teléfono móvil, se extrañó de que fuera su madre porque en España debía ser medianoche más o menos.

-Hola mamá- saludó al descolgar.

-Hola hija- la voz de Lola sonaba algo cansada pero contenta- ¿cómo estas? ¿qué tal el viaje?

-Bien mamá, estoy bien- mintió, no estaba bien en absoluto- el viaje ha sido corto y tranquilo.

-¿Y la chica esta, Lena, qué tal es?- preguntó preocupada por quien iba a vivir con su hija.

-Es muy simpática y el apartamento es precioso- contestó sinceramente, sabía que se llevaría muy bien con Lena.

-Me alegro- dijo Lola- ¿has ido ya a tu nueva comisaría? ¿has conocido a más compañeros?

La cara de Lucas pasó por la mente de Sara como un rayo, decidió que tenía que contarle a su madre la verdad, Lola se pondría muy contenta al saber que Lucas estaba bien.

-Sí, los he conocido- suspiró- mamá...

-¿Qué pasa Sara?- Lola notó el bajón en la voz de su hija e inmediatamente un nudo de preocupación se formó en su garganta.

-Es que...- Sara pensó la mejor forma de decirle algo que era tan inverosímil- mi nuevo jefe es...

-¿Qué pasa Sarita por Dios?- se impacientó la mujer- ¿te ha tratado mal tu jefe?

-Es Lucas mamá- soltó sin querer alargarlo más.

-¡¿Qué es quién?!- a Lola casi se le cae el teléfono de las manos al oír eso- ¿has dicho Lucas? ¿Lucas Fernández?

-Sí mamá- contestó hundiéndose lentamente en el sofá negro- Lucas es el inspector de policía de la comisaría en la que trabajo ahora.

-Pero...pero...-a Lola casi no llegaba sangre al cerebro- no puede ser, ¿Lucas en Nueva York?

-Así es- asintió- y no creas que a mí no me ha sorprendido, no sé como he salido de ese despacho entera.

-Pero Sara, ¿cómo está? ¿está bien?- preguntó su madre preocupada y contenta de saber de nuevo del que había sido como un hijo para ella.

-Sí, está bien- Sara recordó la imagen de Lucas- algo cambiado, pero bien.

-¿Sabía él que ibas a ir a trabajar a esa comisaría?

-No, se ha sorprendido tanto como yo- le contó- ni siquiera era capaz de hablar al principio.

-Me lo imagino- Lola sabía por Mariano lo que había sufrido Lucas después de que Sara se fuera sin permitir a nadie que le dijera a él donde estaba, solo entonces Paco había comprendido que Lucas amaba a Sara más de lo que cualquier hombre había amado jamás- supongo que ha sido muy duro para los dos.

-Mucho- Sara volvió a notar los ojos humedecidos y supo que tenía que colgar para que su madre no la escuchara llorar- mamá tengo que colgar, debo prepararme para ir a comisaría.

-Claro hija, ya hablaremos otro día, estoy pensando en ir en navidad- le contó- y más ahora que sé que Lucas está también ahí, dile por favor que me llame.

-Se lo diré- contestó Sara controlando las lágrimas- adiós mamá.

-Adió Sara, te quiero.

-Y yo.

Después de colgar el teléfono fue al baño para darse una ducha antes de ir a hacer la guardia. Decidió que la mejor forma de ir a la zona donde estaba el almacén era en metro, no podía permitirse coger un taxi a cada rato, así que se dirigió a la parada más cercana y tomó el metro que le llevaba a Queens. El metro de Nueva York era de todo menos aburrido para una mujer como ella a la que le encantaba observar e imaginar, vio a un chico tocando una guitarra al fondo del vagón y de repente recordó la canción que había escrito para Lucas hacia años, aún guardaba ese cuaderno entre sus cosas, con algunas otras canciones que había compuesto después de marcharse de España, como también la bola del mundo que el le había regalado una vez.


Flash Back

Sara entró en la barra de “los cachis” y dejó los libros sobre ella, se agachó buscando un trapo para limpiar las mesas y al levantarse tenía a Lucas en frente.

-Hola- saludó Lucas deseando que ella volviera a hablarle, no soportaba ver a Sarita tan distante con él.

-Hola- dijo Sara fríamente agachándose de nuevo.

-¿Estás estudiando...geografía?- preguntó él echándole un vistazo a los libros.

-Sí- contestó ella- mientras tú te dedicas a enrollarte con la psicóloga, yo me dedico a estudiar- puso todo el sarcasmo posible en sus palabras para dejarle claro que no había olvidado lo de Ruth, Lucas se sintió como un imbécil.

-Yo no me he enrollado con la psicóloga eh- mintió, Sara le miró con la ceja alzada dandole a entender que no colaba- bueno nos hemos dado un...par de besos- reconoció- pero eso es una tontería.

-Ya- dijo ella cabizbaja- sólo un par de besos- Lucas asintió- la misma tontería que conmigo ¿no?

-No- se apresuró a contestar Lucas recordando el sabor de sus labios, Sara dejó el trapo y se cruzó de brazos- no porque por ella no siento nada- Lucas se dispuso a irse después de haberlo confesado por fin y haber dejado a Sara perpleja.

-Lucas- lo llamó, él se volvió de nuevo hacia ella mirando de reojo la puerta de la cocina por si venía Lola, después se acercó de nuevo a la barra en la que ella se había apoyado- ¿sabes qué le regalaría yo a alguien de quién estuviese enamorada?- el escuchó atentamente- una bola del mundo.

-¿Una bola del mundo?- preguntó sorprendido, Sarita asintió.

-Para jugar con él a cerrar los ojos y hacerla girar, y señalar los sitios donde podríamos ir juntos- Lucas sonrió, Sara nunca dejaba de sorprenderle.

-Tú sí que sabes hacer regalos- dijo asintiendo.

-¿Sabes la cantidad de lugares dónde podríamos ser felices tu y yo?- le preguntó mirándole a los ojos- mira- Sara abrió el libro de geografía por la página donde estaba el mapa del mundo y señaló varias islas- aquí... y... aquí... y aquí.

-Ya- dijo Lucas intentando mantenerse cuerdo- pero nosotros estamos aquí- señaló Madrid- en San Antonio.

-Sólo se tardan doce horas en llegar al hemisferio sur- replicó ella con ojitos provocadores.

-Y en doce horas seguirías siendo menor de edad- le interrumpió Lucas.

-Dentro de un año cumplo los dieciocho- le recordó ella entonces.

-Dentro de un año, dos meses y seis días- concretó Lucas haciendo que Sara se quedara sin palabras, jamás hubiera pensado que Lucas llevara la cuenta de forma tan exacta, eso solo significaba que lo esperaba tanto como ella.

-Bueno- dijo bajando la mirada para no cometer la locura de besarle ahí en medio del bar- pero y cuando cumpla los dieciocho ¿qué? Seguiremos aquí en San Antonio y mi padre seguirá siendo mi padre y seguirá queriendo matarte si me pones una mano encima- Lucas negó con la cabeza.

-Eso no va a ser siempre así- dijo sin dejar de mirarla a sus ojos verdes.

-¿Me estás pidiendo que te espere?- preguntó Sara emocionada- pídemelo.

Lucas vio por el rabillo del ojo como Lola salía de la cocina, les estaba mirando y él se lo dio a entender a Sara con un movimiento de ojos y una pequeña sonrisa para luego alejarse de ella, que se había quedado con una sonrisa pintada en la cara.

Esa misma noche Sarita estaba barriendo un poco el suelo de los cachis tras la fiesta de cumpleaños de Mariano y mientras tanto, como siempre, pensaba en Lucas.

Lucas entró en el bar sigilosamente y al ver a Sara escondió el regalo que le había comprado tras la espalda, quería sorprenderla, cerró la puerta y se acercó lentamente.

-Cenicienta- la llamó bromeando, Sara se volvió sorprendida y contenta de verle- ya han dado las doce.

-Es que yo ni calabaza, ni carroza, ni hada madrina, ni nada- dijo ella sonriendo y apoyando la barbilla sobre el palo de la escoba, se quedaron unos segundos callados y Sara se dio cuenta de que escondía algo tras de sí- ¿qué es eso?

-¿El qué?- preguntó él haciéndose el tonto.

-Eso- señaló con la cabeza.

Lucas se acercó y sacó el regalo de detrás de la espalda.

-¿Esto? Esto es un regalo que tendrás que abrir dentro de un año, dos meses y cinco días- le contestó, ella soltó la escoba y le quitó el regalo de las manos para abrirlo.

Sara desenvolvió el papel de regalo y cogió la bola del mundo que había dentro, era preciosa, el regalo más hermoso que le habían hecho nunca, quizás porque significaba que Lucas estaba enamorado de ella y eso era lo que ella más deseaba. Se volvió hacia Lucas con la sonrisa que a él le alegraba la vida.

-Hasta dentro de un año, dos meses y cinco días- repitió ella- a ver si lo entiendo, esto es como una cartilla de ahorro y dentro de año y medio ¿te dan los intereses?

-Sí, algo así- asintió él divertido por sus palabras, Sara volvió a sonreír y puso la bola en la mesa.

-A mí es que lo de ahorrar nunca se me ha dado bien- Lucas rió- yo me lo fundiría todo en un segundo- confesó desando besarle más que nunca, Lucas entendió lo que quería decir porque él también se moría por volver a besarla- cierra los ojos- él la miró sin entender- ciérralos- él obedeció y los cerró- dame tu dedo- le tomó la mano y se acerco a la bola- a ver donde nos llevan mis ahorros.

Sara hizo girar la bola y con el dedo de Lucas la detuvo. Él abrió los ojos y miró donde había parado.

-Madagascar, África - dijo Sara riendo- me gusta.

-¿Te gusta?

-Sí- contestó- pero no se si podríamos, ¿sabes que me ha dicho mi madre?- él negó con la cabeza y ella se puso seria- que la pistola no registrada de mi padre la guarda ella en la mesilla de noche.

-Ya- asintió el agachando la mirada- ¿la star automática no?- Sara no pudo controlar la risa ante la cara de susto de Lucas- ¿de qué te ríes?

-Que es broma- dijo aun riendo.

-La madre que te parió- murmuró Lucas mirando arriba, ella siguió riendo.

-Que no, que me ha dicho que ella entiende que tú y yo...-se calló- bueno que ella ya no va a ser un problema- le explicó recordando la conversación con su madre.

-¿En serio?- preguntó Lucas sorprendido, Sarita asintió.

Entonces se volvieron a mirar a los ojos y Sara ya no tuvo más ganas de contenerse, quería besar a Lucas, estaba feliz y quería besarle, así que se acercó lentamente, cerró los ojos y puso sus labios con suavidad en los de Lucas.

Lucas quería besarla, por supuesto, pero no podía dejar de ver la cara de Paco, así que puso sus manos en la cara de Sara y la separó lentamente, vio como ella bajaba la mirada algo triste.

-Todavía está tu padre- le recordó, pero al ver la tristeza en los ojos de Sara recapacitó- pero bueno un...digo yo que un beso así en la comisura tampoco es una cosa...¿no?

-Es como pedir un adelanto- contestó ella recuperando la sonrisa.

-Claro- asintió él.

-En caso de urgencia se puede pedir un adelanto- Lucas sonrió.

Sara volvió a acercarse hasta juntar sus labios de nuevo, esa vez Lucas le correspondió y cedió un poco, pero no mucho, el beso duro lo justo para calmar las ganas, pero Lucas volvió a separarla sintiéndose otra vez mal por Paco.

-Para- susurró tomando su cara- que te vas a fundir los ahorros de un año ¿eh?- Sara cerró los ojos sonriendo, a Lucas le dolía el pecho de tenerla tan cerca y no poder besarla como quisiera, controlarse con Sara era muy difícil, pero aún así le dio un beso en la frente aspirando el olor de su pelo y controlando el dolor que le provocaba tener que separarse de su niña.

Después se fue alejando lentamente hasta que se dio la vuelta y se dirigió a la puerta, mirándola una última vez y sintiendo que ya la echaba de menos.

Sara se quedó de pie junto a la bola del mundo, embriagada de amor por Lucas y feliz de que él hubiera aceptado por fin que también estaba enamorado de ella.

Fin del Flash Back

Sara bajó del metro en una calle cercana al almacén, la noche era fría y húmeda, fue caminando hasta un gran furgón negro en el que sabía que estaría Lena con el otro agente. Llamó dos veces a la puerta de metal y poco después esta se abrió dejándola ver a un chico de 18 años más o menos, pelirrojo y con pecas. A la mente de Sara vino la imagen de Kike, uno de los agentes de la comisaría de San Antonio.

sábado, 13 de agosto de 2011

6 de Noviembre de 2010/ Parte IV


Lucas sintió como cuatro años se le caían encima de un plomazo, cuatro años sin saber nada de ella, cuatro años sin verla, ni oírla, sin saber si estaba viva o muerta, si se la había tragado la tierra o la habían abducido unos putos extraterrestres, nada. No había sabido absolutamente nada de Sara en cuatro años. Y ahora estaba allí, frente a él, con el pelo algo más corto, pero con los mismos ojos verdes que le hicieron arriesgar su vida y todo lo que tenía más de una vez.Y era policía. Los músculos de su cuerpo no le respondían y tenía ganas de volver a la sala de tiros y destrozar las putas siluetas de cartón a balazos, pero ni siquiera podía hablar.

A Sara le ocurría algo muy parecido, se sentía como si acabaran de golpearla en el centro del estómago y sólo quería doblarse del dolor. No podía creer que el destino le hubiera llevado a él, a la persona de la que había huido cuatro años atrás, se sentía como en una pesadilla y tenía ganas de llorar. Si alguna vez durante esos cuatro años había pensado que podría volver a ver a Lucas y actuar de forma más o menos normal, ahora sabía que se había equivocado. En su interior se había desatado una lucha, en un bando las ganas tremendas de ponerse a gritar y decirle lo destrozada que la había dejado al no presentarse en Madagascar aquel día y en el otro las ganas de abrazarle y llorar por saber que estaba bien, que no había muerto en alguna misión haciendo una de las suyas, como tanto había temido durante esos años. Lucas estaba cambiado, cuatro años no habían pasado en balde y aunque seguía siendo demasiado atractivo para su propio bien, había algunas canas en su barba de tres días y pequeñas y finas arrugas al rededor de sus ojos oscuros, ahora llevaba un pantalón de traje y una camisa blanca e impoluta, el pelo era más corto de lo que solía llevarlo y estaba peinado hacia un lado, nada que ver con el Lucas de tejanos, camiseta y sudadera que había sido.

-Lena, vete a buscar la placa y la pistola de la subinspectora Miranda- ordenó Lucas sin despegar los ojos de la estática Sara- no he prestado mucha atención a las nuevas incorporaciones con lo del caso Sokolov.

-Vale, en cuanto la encuentre vuelvo- aceptó Lena saliendo del despacho, una vez fuera volvió la vista hacia la puerta cerrada, no sabía si había sido su imaginación, pero ahí dentro había pasado algo muy raro.

Dentro del despacho Sara permanecía quieta, controlando las ganas cada vez más apremiantes de llorar, y Lucas, cuando al fin pudo moverse, dio media vuelta y entró en la sala de tiro para soltar los cascos y las gafas de protección. Guardó su pistola en el cinturón y volvió al despacho.

-Siéntate- pidió hablando por primera vez en mucho tiempo en español.

Sara se odio a sí misma por haber deseado tanto oír hablar español, la voz de Lucas lo hacía mucho más intenso. Vio a Lucas sentarse en la silla negra tras el escritorio y llevarse las manos a la cabeza, entonces se sentó en una de las sillas frente a él. Pasaron minutos que parecieron horas en los que ninguno dijo nada. Se esforzaban por mantenerse la mirada aunque a ambos les costara la vida no derramar una lágrima.

-¿Dónde has estado?- preguntó por fin Lucas desesperado por el silencio.

-Olvidándote- contestó Sara con una voz fría y controlada.

-¿Dónde?- preguntó de nuevo intentando no romperse ante la frialdad de ella.

-En Chicago, entré en la academia de policía y después he estado trabajando en una comisaría allí 3 años- le contó sin cambiar el tono de voz.

-¿Sabías que yo estaba aquí?- Lucas intentaba adoptar su misma actitud, pero su voz no lograba ser fría, era imposible cuando había sufrido tanto.

-Si lo hubiera sabido, jamás hubiera aceptado el puesto- contestó rotundamente aun sabiendo que mentía, si hubiera sabido que Lucas estaba en Nueva York trabajando en una comisaría como inspector, probablemente habría terminado aceptando el puesto de igual forma por muy insano que pudiera ser.

-Estás a tiempo- dijo entonces de forma desafiante a la vez que se inclinaba y ponía los codos sobre la mesa.

A Sara le molestó eso más que cualquier otra cosa que pudiera haber hecho, ella había luchado muy duro por venir a Nueva York, desde que decidió mudarse a Estados Unidos su meta había sido vivir y ejercer en esa ciudad, y lo había logrado con esfuerzo y dedicación, no renunciaría a ese puesto por nada.

-Ni lo sueñes- sentenció inclinándose también hacia delante en respuesta al desafío en la mirada de Lucas- yo no soy de las que deja tirados a quienes han confiado en mí.

Lucas cogió al vuelo el significado de sus palabras, hablaba de Madagascar. Podría explicárselo todo, decirle que le habían detenido en el aeropuerto por pelearse con Mariano y que tras eso había estado tres meses infiltrado en la cárcel para evitar que mataran a Carlota, pero ¿serviría de algo? Probablemente, no.

-Pues entonces- dijo volviendo a echarse para atrás en la silla- vamos a tener que fingir que no nos conocemos.

-Será fácil- contestó ella haciendo un gesto indiferente- porque realmente deje de saber quién eres hace cuatro años.

Lucas se quedó mirándola y de repente recordó el video que una Sara de solo quince años había grabado para decirle que estaba enamorada de él. “Porque no hay nadie en este mundo que te quiera tanto como yo” decía, a él le había costado discusiones con Mariano, peleas con Paco, remordimientos de conciencia y algún que otro sobresalto darse cuenta de que Sarita para él era mucho más que la hija de su mejor amigo y sobrina de su ex-mujer, que era su mundo, lo que más había querido y necesitado en su puta vida. Y ahora ella le odiaba hasta el punto de asegurar no conocerle, y a pesar de eso, iban a trabajar juntos.

El sonido de dos golpes en la puerta sacó a Lucas de sus pensamientos.

-Pase- autorizó sabiendo que sería Lena.

-Lucas, aquí están la pistola y la placa de Sara- Lena puso ambas cosas sobre el escritorio y miró a su nueva compañera de piso y jefa directa, parecía afectada por algo, estaba más seria y fría de lo que la había visto desde que la había conocido.

-Vale, puedes irte- le dijo mirándola por primera vez desde que entró en el despacho- ya hablaremos sobre tu retraso de hoy, dile a Ron que te acompañe en la guardia.

-De acuerdo- aceptó- te veo luego Sara.

-Sí, hasta luego- Sara se esforzó en sonreír para disimular y Lena salió del despacho con la misma sensación de antes.

-Sara- la llamó al ver que había retirado la mirada, ella volvió a mirarle- ¿cómo están Paco y Lola? No he vuelto a hablar con ellos desde hace casi cuatro años.

Sara volvió a tener ganas de gritarle, porque la única vez que ella se había atrevido a preguntarle a su madre si sabía algo de Lucas, Lola había terminado llorando por no tener noticias de él desde que terminó una misión de la que casi nadie sabía nada.

-Se han divorciado- dijo serenando un poco el tono de voz, empezaban a fallarle las fuerzas para seguir siendo fría- hace dos años.

-Sara, si es una broma no tiene gracia- murmuró Lucas sin querer creer que Paco y Lola hubieran acabado con su matrimonio, todo parecía haberse vuelto del revés.

-No es ninguna broma inspector Fernández- aclaró evidentemente molesta con que la llamara por su nombre- mi madre se fue a vivir a Barcelona y ahora mi padre sale con otra mujer, Marina.

-Joder- fue lo único que Lucas pudo decir tras la noticia, para él era como enterarse de sopetón de que sus padres se habían divorciado- ¿tú lo llevas bien?

Sara abrió mucho los ojos ante lo que le parecía falsa preocupación.

-Dejalo ya Lucas- exclamó levantándose de la silla- basta de aparentar que te importa algo lo que me pase, te largaste hace cuatro años y no tienes derecho a preocuparte por mí ahora, así que limitate a asignarme un caso y llamarme subinspectora Miranda por favor.

-La que se largó fuiste tú- contestó en el mismo tono poniéndose también en pie- yo estaba en una puta cárcel así que no me pude largar a ningún lado.

Sara se sentó de golpe al escuchar las palabras de Lucas. En una cárcel. Había estado en una cárcel, pero ¿cómo había pasado de la zona de embarque del aeropuerto de Barajas a una cárcel? Y ¿por qué? Decidió que no le importaba, que había pasado demasiado tiempo y demasiado dolor y que no estaba dispuesta a escuchar nada que tuviera que ver con aquel día. Fuese como fuese, Lucas seguramente había antepuesto cualquier misión u otra cosa a ella, al futuro que podrían haber tenido juntos, alejados de todos los que no creían cuanto se necesitaban el uno al otro. Ahora era muy tarde para una explicación, así que volvió a ponerse en pie y miró directamente a los ojos de Lucas.

-Inspector Fernández, si me da mi placa, mi pistola y un caso, me pondré a trabajar de inmediato- Lucas entendió que Sara no pensaba escuchar nada de lo que había pasado hacía cuatro años y cogió la placa y la pistola y se las entregó.

-Tenemos un caso de tráfico de drogas- explicó sentándose e intentando adoptar una actitud profesional, Sara le imitó- Lena y Ron están haciendo guardia en el almacén en el que creemos que se realizan los intercambios, llevamos una semana esperando, pero creemos que va a haber un intercambio esta noche porque varias furgonetas han entrado esta mañana al almacén y parecían ir cargadas.

-¿Se sabe algo del supuesto narco?- preguntó entonces Sara mirando las fotos en las que Lucas le estaba señalando el almacén y las furgonetas que habían entrado esa mañana.

-Sí, es Nikolay Sokolov, es ruso y hace poco tiempo que actúa en Estados Unidos- le explicó intentando no distraerse con sus ojos-pero en Europa es uno de los narcotraficantes más importantes, la Interpol está muy empeñada en atraparlo.

-¿Y no hay otra vía para llegar a él que no sea ese almacén?- a Sara le pareció un poco arriesgado irrumpir en medio de un intercambio en un almacén en el que no se había entrado hasta entonces.

Lucas la miró fijamente, era inteligente y astuta, eso él lo sabía de sobra, pero no podía dejar de sorprenderse al ver a Sara en su rol de policía, jamás lo hubiera pensado.

-Puede que sí- contestó volviendo a centrarse en el caso- al parecer es dueño de dos locales de streptease en Queens que seguramente sean su forma de blanquear el dinero, pero no sabemos si también lo utiliza para los intercambios, hemos hecho guardia dos noches en esos sitios y no ha habido movimientos extraños, Sokolov entra todas las noches en uno y sale con un par de chicas, pero nada más.

-¿Y su casa?- preguntó Sara sin rendirse.

-Su casa es una fortaleza a las afueras, tiene mucha vigilancia y está rodeada de muros de más de dos metros, no se puede entrar de ninguna forma- explicó Lucas.

-¿Y qué es entonces lo que debo hacer?- Sara sabía bien que Lucas era su superior a partir de ese momento, así que tendría que hacer lo que él ordenara, por mucho que eso la molestara.

-Harás guardia esta noche, después del turno de Ron y Lena- Lucas sabía que lo que iba a decir después a Sara no le iba a gustar, pero se tendría que ir acostumbrando- debes estar en el furgón que hay frente al almacén a las 9 de la noche, Ron y Lena terminan su turno a las 11 así que tendrán tiempo de enseñarte el funcionamiento del equipo, a las once iré yo a acompañarte en la guardia.

-¿Tú?- preguntó Sara sobresaltada, Lucas por un momento tuvo ganas de reír ante el susto de ella, pero se controló.

-Sí, yo- respondió- ¿algún problema en pasar la noche conmigo subinspectora Miranda?

Sara se sorprendió de lo sexy que sonaba aquello en la voz de Lucas y alzó una ceja desafiante para luego entrecerrar los ojos con rabia.

-Para nada- contestó apretando los dientes- inspector Fernández, le veo a las 11.

-Hasta entonces- Lucas se levantó y la siguió con la mirada hasta que desapareció tras la puerta.

Veinte segundos después estaba de nuevo en la sala de tiros, con los cascos y las gafas puestas y disparando sin contemplaciones a las dianas. Iba a necesitar muchas horas ahí para descargar la tensión que había acumulado desde que vio a Sara aparecer en su despacho. Era increíble, pero Sara, su Sara, había estado allí, más guapa y sexy de lo que él la recordaba y aunque no se lo diría a ella, ahora sabía cuanto la había echado de menos. Y sabía también que por muchos años que pasaran, ella seguiría siendo su gran debilidad. Notó como una lágrima caía por su mejilla mientras disparaba la última bala.